Esta es la historia de un muchacho que siempre se enfocaba en lo negativo y se la pasaba criticando a todos.
Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que le pasara esto, debería clavar un clavo detrás de la puerta.
El primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su conversación, clavaba cada vez menos clavos.
Descubrió que era más fácil controlar su conversación que clavar clavos detrás de la puerta. Llegó el día en que pudo controlarla durante todo el día.
Después de informarle a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo por cada día que lograra controlarse. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta..
Su padre lo tomó de la mano, lo llevó hasta la puerta y le dijo:
«has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos agujeros en la puerta.
Nunca más será la misma. Cada vez que criticas a alguien, dejas en el otro cicatrices exactamente como las que aquí ves.»
Tú puedes criticar a un amigo y no querer lastimarlo, pero tus palabras provocan marcas que perdurarán para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.
Los seres humanos, muchas veces, tenemos la crítica a flor de piel. Nos burlamos de cosas que no entendemos y no hacemos el mas mínimo esfuerzo por comprender. Nos paramos en lo más alto de nuestra soberbia e ignorancia, y sin querer, destruimos a otras personas simplemente porque piensan, actúan, hablan, o se visten diferente de nosotros.
«Aquellos que nunca se retractan de sus opiniones se aman a ellos mismos, más que a la verdad.»
J. Joubert
Muy pocas veces nos detenemos a conocer toda la historia, muy pocas veces nos ponemos en los zapatos de quienes nos rodean.
Quizás las cosas podrían ser diferentes si pudiéramos tener una actitud más abierta hacia los demás. Una actitud de mayor respeto y comprensión. Y antes de arremeter sin piedad con nuestra crítica, podríamos ofrecer nuestra mente y nuestro corazón abiertos. Y exhibir nuestra sensibilidad con la misma facilidad con que exponemos nuestras burlas.
Considero que todos nosotros deberíamos tener en nuestro escritorio o en nuestra agenda, esta significativa frase:
» Nunca juzgues a la otra persona
sin haber caminado un kilómetro,
con sus zapatos».
¿En qué te estas enfocando cuando criticas a alguien?
¿Qué experiencia estas buscando?¿Cuál es la que encontras?
¿Qué le pasa a tu emocionalidad cuando te pones en esa postura?
¿Como se pone tu cuerpo frente a eso?
A ver si creemos que es sólo al otro que lastimamos.
Los juicios hablan de nosotros y del observador del mundo que somos.
Por lo general pensamos que al emitir un juicio estamos sólo opinando sobre aquello a lo que se refiere el juicio, sin darnos cuenta cuanto de nosotros se revela en dicho acto.
Los juicios, sostenemos muestran una doble cara. Y mientras una mira hacia afuera, la otra mira hacia adentro.
Echeverría dice que un aspecto fundamental de la disciplina del Coaching Ontológico consiste en aprender a tratar los juicios que las personas emiten , como ventanas por donde podes ver su alma.
Si tomaras un papel nuevo y lo estrujaras varias veces
por mas que quisieras,
nunca ese papel podría volver a ser nuevo.
Las arrugas que habrás provocado, durarán para siempre.Lo mismo le ocurre a las personas con tus críticas.